La marcha de esta noche

Tantos sentimientos encontrados. Por un lado, me conmueve mucho presenciar esto que está despertando en el Perú. Lo de hoy ha sido multitudinario. A mí me ha hecho recordar la Marcha de los 4 suyos, la grandísima cantidad de gente en las calles. Ya basta, ya basta. Hay un enorme hartazgo. Muchísimos jóvenes. He caminado por las calles en multitud, escuchando a los automovilistas que iban a nuestro lado tocando sus cláxones, acompañando nuestras palmas, nuestros cacerolazos. Vi unos niños como de 8 años golpeando con entusiasmo sus cacerolas y saludando con alegría a los marchantes (Leslie y yo marchamos en Surco y llegamos a Miraflores), he saludado a los empleados de los chifas de Benavides que golpeaban sus ollas avivando la marcha. Era emocionante. Motociclistas de Glovo golpeando al unísono sus cajas de reparto: pam, pam, pam pam pam. Creo que me va a costar dormir esta noche. Por otro lado, claro, las fotos y los videos que veo en Twitter sobre lo que sucedió en el centro de Lima: las bombas lacrimógenas arrojadas contra los manifestantes, el fuego, la represión, los perdigones. Muchachos corriendo por la avenida Abancay. La historia de toda la vida. El Perú. La tristeza del Perú y la alegría del Perú. Porque ¿cuánta gente hubo esta noche marchando en todas las ciudades del Perú? ¿Cuántos desde sus casas dando cacerolazos? ¿Cuántos millones somos? Y luego, esta sensación que me acompaña desde que vacaron a Vizcarra, la sensación de que ser peruano es también salir a marchar al menos una vez al año y dar palmas, cantar arengas, como «Vamos pueblo carajo, el pueblo no se rinde carajo», decir «Y va a caer, y va a caer» (recuerdo que Leslie y yo marchamos un 31 de diciembre en la noche y recibimos el año nuevo en el centro de Lima, en plena calle, sosteniendo entre todos una larguísima bandera peruana que se prolongó por varias cuadras (¿por qué era? Ya ni recuerdo, o sí recuerdo: fue cuando Chávarry quiso bajarse al equipo fiscal del caso Lava Jato). Ser peruano es avanzar y retroceder, avanzar y retroceder. La historia del Perú es eso, la historia de la humanidad es esa. Y esto en lo que casi ya no piensas: que estamos en medio de una pandemia. Así que cuando sales a la calle a caminar te das cuenta de que el aire libre es un privilegio maravilloso, y de que es muy extraño, muy extraño ver a tantas personas juntas. Mi mente se acostumbró rápido a tener frente a mí únicamente a estas tres personas: mi mamá, Leslie, Allujo. Si me hubieran dicho hace un año que yo participaría de una manifestación multitudinaria donde todos estaríamos usando mascarillas, protestando porque nuestra clase política más lumpen amenaza la educación de todos, nuestra democracia, me habría sobrecogido, pero mi sensación actual es que todo se normaliza, incluso esto de las mascarillas, que a mí me sigue volviendo loco. Un día recuperaremos la normalidad. Un día recuperaremos el Perú. Porque es obvio (obvio para quien quiera verlo) que algo ha despertado en nuestro país, y que la marcha de esta noche nada ha tenido que ver con Vizcarra. Es el hartazgo. Es no sentirse representado de ninguna manera por el dizque presidente, por el dizque premier, por todos estos delincuentes que nuevamente quieren robarnos, por este gobierno pegado con baba que caerá muy pronto ante la fuerza y el sentido de la justicia del pueblo peruano.


<strong>César Bedón</strong>
César Bedón

Tengo 20 años de experiencia como conductor de programas de conversación en radio peruana. En el 2008 publiqué «Un sol que en invierno». He sido Editor de Cultura en la revista Velaverde. Junto con Leslie Guevara dirijo Machucabotones Escuela de escritura.

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