«La vida es distinta ahora, pero eso no significa que no pueda ser igual de buena»

El confinamiento ha traído consigo cosas buenas y cosas malas. ¿Cuáles pesan más? ¿Te has puesto a reflexionar?

Los rayos del sol entran por mi ventana como cada mañana; el cielo está claro y celeste como de costumbre; los pájaros cantan anunciando que otro día empezó. ¿Será otro día como ayer? ¿Qué de diferente tendrá este día? Desde hace unos meses que los días son todos iguales, o al menos así los siento. La rutina se ha vuelto cada vez más pesada y lo único que me acompaña son las cuatro paredes de mi habitación.

Mi desayuno.

El reloj marca las diez de la mañana. Un jugo de papaya y un pan con queso como desayuno. De fondo, un capítulo más de la serie que estoy viendo en Netflix: Brooklyn 99. Veinte minutos más tarde me dispongo a revisar los mensajes pendientes del trabajo. Los últimos días han sido muy buenos: más de diez inscripciones diarias, algo que no sucedía cuando todo era presencial.

Es entonces cuando pienso que no todo va tan mal.

Uno pensaría que, con todo el tiempo que ha pasado, ya estaría acostumbrada a estar siempre en el mismo lugar, pero no. Levantarse y saber que la vida pasa frente a nosotros sin que podamos hacer nada al respecto es pesado. Nuestra nueva normalidad apesta aunque uno quiera pensar lo contrario.

¿Qué de bueno tiene estar encerrado todo el día y saber que mañana será lo mismo? Llega a resultar un poco aburrido.

Pese a mis pensamientos, el día no se detiene y yo no puedo hacerlo tampoco.

«Levantarse y saber que la vida pasa frente a nosotros sin que podamos hacer nada al respecto es pesado. Nuestra nueva normalidad apesta aunque uno quiera pensar lo contrario».

Por supuesto que el confinamiento es terrible. El no poder ver a tu familia y amigos, el no poder salir a respirar aire fresco, el no poder pasear o ir al cine… Tantas cosas que quizás no valorábamos antes y nos fueron arrebatadas. Pero también hay algo bueno: la nueva modalidad para trabajar.

Ahora ya no hay excusas. Desde la comodidad de tu hogar puedes asistir a donde quieras de manera online. Un solo clic y ya estás aprendiendo algo nuevo. Es lo que yo creo que pensaron todos los que se inscribieron estos meses a Machucabotones. Si bien es algo totalmente distinto, la experiencia es la misma y es por eso que la escuela crece cada vez más.

El trabajo desde casa.

Este pensamiento logra una sonrisa sincera en mi rostro, y que mis ganas de continuar con mi día sean más.

Cerca de las tres, mi estómago me exige algo de comida. Mi mamá ha preparado arroz con pollo y papa a la huancaina. Recuerdo que hace algunos años aquel platillo no era mi favorito. Sigo sin saber por qué, pero no podía comer arroz con pollo. No me gustaba y lo evitaba. Ahora no hay forma de que me pierda ese plato cada vez que mi mamá lo prepara.

Es curioso cómo cambiamos y con ello nuestros gustos.

Este pensamiento es confirmado por mi nueva playlist llena de k-pop, género que años atrás me rehúsaba a escuchar por lo que decían los demás. Ahora creo que no hay algo que disfrute más.

Son cerca de la diez. El día ya casi acaba y, por ello, miles de pensamientos inundan mi cabeza. El principal: la vida es distinta ahora, pero eso no significa que no pueda ser igual de buena.


Natalie Muñoz
Natalie Muñoz

Tiene 24 años. Es amante de los documentales de crímenes, el sushi y los perros. En sus ratos libres hace repostería. Le encanta ir al cine y escuchar música. Desde pequeña tuvo una pasión especial por la escritura que al crecer terminó por olvidar, pero con la cual ha vuelto a reencontrarse gracias a Machucabotones. 

 

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