Una mañana despertamos y nos dimos cuenta que el macho andaba en plena labor de colectar ramitas para armar su nido. La sorpresa fue el verlo ir y venir a pie con unas ramas largas y de hecho que pesadas para el pico de un palomo. Quizá por eso iba a pie. Pacientemente el palomo anduvo caminando toda la mañana con las ramitas más bonitas que encontró. Su trayecto era en forma de L y en un tramo desaparecía, así que nunca supimos dónde fue que andaba construyendo su casa. Lo que si sabíamos es que había sido desalojado de su antiguo nido a punta de escobazos por una vecina que estaba un poco harta de que le anduvieran cagando las ventanas. […]
Llegué a él meses atrás, poco antes de empezar a trabajar en Machucabotones, cuando recién planeábamos las secciones para esta web. Estuve postergando este artículo porque es difícil escribir sobre aquello que sientes que habla por sí solo. ¿Qué queda por decir? Para descubrirlo he regresado a sus páginas. Pienso en cuán importante es el […]