Una mañana despertamos y nos dimos cuenta que el macho andaba en plena labor de colectar ramitas para armar su nido. La sorpresa fue el verlo ir y venir a pie con unas ramas largas y de hecho que pesadas para el pico de un palomo. Quizá por eso iba a pie. Pacientemente el palomo anduvo caminando toda la mañana con las ramitas más bonitas que encontró. Su trayecto era en forma de L y en un tramo desaparecía, así que nunca supimos dónde fue que andaba construyendo su casa. Lo que si sabíamos es que había sido desalojado de su antiguo nido a punta de escobazos por una vecina que estaba un poco harta de que le anduvieran cagando las ventanas. […]