«Hasta que no le toca a uno, uno no toma conciencia»

Como fuere, sé que el sonido hará que en cualquier instante Rocky haga sentir su presencia. Y no me equivoco. No termino de pensar en ello cuando un ladrido agudo y dos arañazos a la puerta metálica que da a la calle me hacen reaccionar. Empujo mi cuerpo fuera de la ducha y corro. Bajo las escaleras. Mientras, un ladrido más, dos arañazos más. «¡Ya, Rocky! Espérate» grito, y al quinto escalón me detengo. Me doy cuenta de que estoy desnudo. No hay realmente un problema en esto, total, mis padres están fuera, pero Ñato ya una vez se escapó cuando abrimos aquella puerta para que entrara Rocky. ¿Y si esta vez también me madruga? […]

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