Franco Phang: «El cuerpo es un vehículo hacia tu presente»

Conocí a Franco a finales del 2016, gracias a un amigo en común. Fui su alumno. Asistí a sus clases de parkour, de paradas de manos y de acroyoga. En aquella época, él aún se dedicaba a su profesión, que es la Física. Ahora, cuatro años después, es el movimiento lo que sustenta su vida. Lo contacté y conversamos. Gracias a la tecnología, yo desde mi casa y él desde Tierra Langla, en Lunahuaná. Llegó con interés de conocer la cultura del lugar. «Soy viajero» me dice. «Constantemente estoy en la búsqueda de nuevas cosas. De salir y cambiar. De pedalear». Me contó también cómo fue el inicio de su práctica y en qué consiste.

Estudiaste física pura. ¿Eso influyó en que quisieras explorar el movimiento?

Sí. Mientras estudiaba física conocí el parkour, conocí el movimiento. Comencé a entrenar a la par. Moverme entre la comunidad física y la comunidad de parkour significó una mezcla de sensaciones, de experiencias. En cada comunidad en la que me he mezclado el proceso se ha ido desarrollando. Diversos universos. Entre estos, una retroalimentación entre mente analítica y creatividad. Lado izquierdo, lado derecho del cerebro. Una visión más teórica por la física, y una visión súper práctica por el entrenamiento.

¿Cómo inicia tu práctica?

Empieza con un amigo que me lleva a hacer barras… muchas barras. Recuerdo haber estado como tres semanas sin poder flexionar el codo. No podía escribir y tenía que dar prácticas. Concentrarme era muy difícil. Todo el día pensaba en el dolor. Y era muy gracioso. Ahí entendí lo que era ser novato. Creo que desde entonces no me ha pasado algo tan intenso. A lo más he estado con… No sé cómo se dice en español… El ácido láctico…

Las agujetas…

Sí. Una semana máximo. Y empieza de manera autodidacta. Este amigo que me lleva a hacer barras, también me lleva a entrenar algo de parkour. Yo no sabía exactamente qué era, pero algunos videos había visto. Éramos un grupito semi organizado de gente en el que cada uno iba por su cuenta. Entrenábamos dos veces a la semana, a veces tres. Libre. De pronto alguien le enseñaba al otro lo que estaba aprendiendo. Todo era muy orgánico, muy comunitario, muy artista en ese sentido. Hobbysta. Nadie era profesional. No había profes y todos aprendíamos juntos. Y ese inicio me dio la base para ahora seguir desarrollando otros aspectos de la práctica. A veces uno no reconoce esa base hasta después de varios años. Ahora, entre las cosas que aprendí, reconozco la curiosidad, el juego, la exploración, mezclados con disciplina, toma de decisiones, manejo de estrés, manejo de riesgos.

Ese inicio, ¿hace cuánto fue?

Eso fue en el 2010.

«Encontrar la libertad en la restricción».

Y en estos diez años, ¿entre qué disciplinas te has movido?

Yo empecé como un ferviente servidor del parkour. Pero luego de dos, tres años, me puse a pensar y me dije “Yo soy más que esto. Todas las cosas que estoy aprendiendo son y no son a la vez parkour”. Porque mi manera de ver las cosas se extendía a probar diferentes metodologías de distintos campos, por el interés natural de seguir aprendiendo cosas nuevas, y de seguir generando los mejores complementos para el parkour. Entonces descubría pilates y me iba a estudiar pilates, a practicar pilates. ¡Pum! Veía que mi parkour mejoraba muchísimo. Activaba el transverso abdominal. Luego desarrollaba mi dorsiflexión y me daba cuenta de que mi salto de precisión aumentaba mucho por el simple hecho de tener un mayor rango de movimiento. Entrené ballet y encontré herramientas para saltar increíblemente alto. Así fui dando por aquí y por acá. Descubrí la calistenia, ya como campo, y todos los elementos gimnásticos que ahora son base para mi acondicionamiento físico. Indiscutiblemente, lo mejor que existe con el peso propio. La danza también la descubro muy rápido. La danza contemporánea. Esta me cambió un poco.

¿Por qué?

Porque en ella hay mucha exploración, muchos patrones nuevos. Se desestructura el mundo de la improvisación. ¿Qué es improvisación? No es hacer lo que sea. Hay todo un discurso dentro. Es como jugar. Tampoco es que te digan “Ya, juega”. ¿Qué haces? No es así. Por ejemplo, el fútbol es un juego, el básquet es un juego, levantar pesas es un juego. Con esto me refiero a “juego” como una estructura, un marco con ciertas reglas, ciertos bordes que te dicen qué es y qué no es permitido. Y dentro de ese contexto y referencia, debes improvisar, explorar, tomar decisiones. Los juegos pueden ser concretos como los de mesa o los deportivos. O pueden ser más sutiles, como “Vamos a armar una carpa”. También es un juego porque tiene ciertas reglas. Quieres que alguien entre, que esté en el piso, que pueda echarse bien. O el juego de hacer la comida. También hay unas reglas. Si haces el fuego muy alto, se te va a quemar, y si el fuego es muy bajo, no se va a cocer. Entonces, con juego me refiero a esa estructura que te restringe un poco, pero que le da alas a la libertad. Es encontrar la libertad en la restricción. La danza contemporánea, y la improvisación en particular, me enseñan mucho eso. Que es algo que ya sabía de algún modo. Creo que todos lo sabemos, solo que, encontrarlo desde la experiencia y la práctica y darle tiempo, hace que se vuelva parte de ti y encarnes la idea.

Es como volverse consciente de lo uno sabe o puede hacer.

Cierto. La improvisación te permite enmarcarte en distintas situaciones, y lo que eso implica es valiosísimo. La improvisación complementa toda práctica. La vida misma es un gran juego, un gran contexto de improvisación. Que estés en el cuerpo que estés te da un marco en el cual improvisar. Caminamos de cierta manera y no de otra por nuestra biomecánica. Estamos restringidos por ella. Cada persona, con sus dolencias y rangos de movimiento, es parte del juego. El cuerpo es el marco base para decidir y seguir progresando.

Y bueno, continuando con la pregunta que me hiciste, luego de la improvisación pasé por la acrobacia individual y la acrobacia en dúo. El masaje tailandés y el contacto improvisación. Estas áreas de movimiento me llamaron mucho la atención; las descubrí casi juntas. El juego ya no es de uno, sino de dos. Desarrollas otras cualidades. Hay una frase muy interesante: “Bailar solo es como bailar con la imaginación. Bailar de a dos o más, como bailar con la realidad”. ¿Qué significa la realidad? Son aquellos factores externos que estresan tu vida. Por ejemplo, el hecho de que tú puedas ver por la ventana hojas moverse. Tú no controlas las hojas. Tampoco generas el aire. Las hojas son y el aire ocurre. Tú solo estás interactuando con todo ello. Ves las hojas y respiras ese aire. En la danza contacto improvisación ocurre eso. Bailas con un cuerpo que simplemente es. No es ni más ni menos. Ni así ni asá. Solo es y con esa realidad uno improvisa. Uno genera más danza. Las prácticas que menciono son solo algunas. Mi investigación continuó, pero siento que ya puede abrirse demasiado. Lo que quisiera agregar es que mi investigación dejó de buscar profundidad, para buscar transversalidad. Es decir, buscó avanzar en distintas disciplinas paralelamente. Bajo esa filosofía es que ahora aprendo y practico a diario durante horas. Y sucede que esto se ha irradiado hacia afuera y me encuentro acompañando a personas en sus procesos. Dando clasecitas y viajando.

«La vida misma es un gran juego, un gran contexto de improvisación. Que estés en el cuerpo que estés te da un marco en el cual improvisar. […] El cuerpo es el marco base para decidir y seguir progresando»

Qué increíble este viaje que me cuentas. Me resulta curioso que por mejorar tu rendimiento en una disciplina, el parkour, empezaras a investigar otras. ¿Cómo definirías tu práctica ahora?

Primero, mi interés por mejorar mi parkour, más que por el parkour en sí, era por un tema de cuidado. “Quiero cuidar mi cuerpo. Quiero hacer esto para siempre. Quiero volverme indestructible”. Puedo decir que he avanzado bastante en esa línea. Igual, en el camino he aprendido que ser indestructible es una dirección más que una meta. Que al ir en esa dirección uno tiene que aceptar que también está yendo hacia el otro lado: hacia la destrucción. El éxito viene con fracaso. La fuerza con debilidad. No es que sean polos diametralmente opuestos, en que tú vas al norte y ya no vas al sur. Es una polaridad imaginaria; vienen en paquete de dos. Si tú persigues la destrucción, vas a encontrar indestructibilidad. Si tú persigues la sombra, vas a encontrar luz. Si tú direccionas hacia la depresión, vas a encontrar alegría. Vida. Pulsión. Surgimiento. Renacer. Entonces, en ese tiempo yo jugaba al parkour. Ahí descubrí el interés de aumentar esa capacidad de poder jugar más tiempo y mejor cada día. Creo que eso lo define.

Has mantenido, entonces, la idea base de conocer tus límites que proporciona el parkour. Porque de eso se trata, ¿no? A pesar de que uno al verlo pudiera pensar “Esto es saltar obstáculos, trepar paredes, correr en cornisas de edificios”.

Eso es un poco lo que pasa a la hora de narrar. Todo lo que sea cuerpo implica experiencia, implica estar con las manos en la masa. Es como si yo te quisiera enseñar por audio cómo hacer pan. Habrá un límite. Podría mostrarte mil formas, pero nada reemplazaría a que pusieras las manos en la masa. El texto, incluso lo audiovisual, tiene límites. Va a llegar un punto en el que las palabras redundarán y serán las mismas que describen otros procesos, como esto de toma de riesgos. El mismo discurso de control de riesgos también lo puedes encontrar con la gente que hace yoga, o con la gente que hace halterofilia, o con la gente que hace natación. La experiencia es algo que se aleja de las palabras. Las palabras intentan aproximar a la experiencia, pero es difícil reemplazarla.

«Las palabras intentan aproximar a la experiencia, pero es difícil reemplazarla».

Quisiera retomar esa idea de jugar dentro de restricciones. Una limitada movilidad articular es una restricción. Pero pueden encontrarse ejercicios en los que no sea impedimento. Mencionaste la palabra realidad. Entonces, con trabajo —desarrollando esa movilidad— uno puede cambiar su realidad y explorar otras zonas.

Debemos darnos cuenta, aplicando esa filosofía de profundizar de manera transversal, cómo cada disciplina aborda la movilidad. Para unos sistemas puede ser todo;  para otros, un complemento. También me gusta ponerlo en esta perspectiva: existe un juego que yo llamo el juego de ser humano. Tú tienes un cuerpo con ciertas características. Agarra un tiburón, agarra una ballena, agarra un reptil. Cada uno posee un cuerpo particular, una realidad distinta. La evolución ha desencadenado al Homo Sapiens, que somos nosotros, y poseemos determinada biomecánica, una posibilidad natural. Si tú ves los huesos, estos están predispuestos a hacer ciertas cosas. Creo que un objetivo importantísimo del entrenamiento de movilidad es que puedas expresar con gracia, con sutileza, con emoción, esa naturalidad. Si yo me quiero parar de cabeza, pero mi anatomía me dice que no puedo llevar mi brazo a los 180°, entonces esa es mi limitación y está genial. Pero querer restaurar esa naturalidad del cuerpo es una buena dirección a la cual ir. El mundo sedentario hace que dejes de colgarte, por ejemplo. Que dejes de llevar los hombros en flexión hacia arriba de la cabeza. O que tengamos la costumbre de tener la cabeza hacia adelante, con el mentón hacia abajo. Vamos a la gacha; no desarrollamos esa extensión natural del cuello neutra y esa mirada a la altura de los ojos, sino un poquito más abajo. A donde van los ojos, va la tensión, atención. Lo que quiero decir es que la postura sedentaria te aleja de esa naturalidad del humano que está hecho para trepar, que está hecho para correr, que está hecho para estar en el suelo. En mi perspectiva, un buen trabajo de movilidad debe apuntar, en una primera capa, a restaurar esa naturalidad. Y esto es muy importante. Ya sea que tú quieras abrirte de piernas, pararte de manos o hacer puentes, si tú tienes una buena base, esta te va a acompañar toda la vida. Ahorita estoy haciendo una distinción entre cosas básicas y avanzadas, pero finalmente esa distinción no existe. Todo es básico. Difícil es una categoría que nosotros proyectamos desde nuestra enseñanza, nuestra sociedad.

Entonces, ¿las categorías de fácil, difícil, avanzado, se han construido por el estilo de vida que llevamos?

Por la narrativa.

Pienso ahora en un integrante de una de esas tribus que aún existen. Lo imagino en una posición de sentadilla profunda frente a la fogata. Mantiene esa naturalidad de la que hablas. Podría pasarse probablemente muchas horas en esa posición. Tal como podría hacerlo un bebé. Para ellos todo es natural. Si no existiera el sedentarismo, para nosotros también, ¿no?

Quizá. Igual, sin desmerecer los estilos de vida que haya, una gran oportunidad de aprendizaje es intentar restaurar esos mecanismos naturales que ocurren en el ser humano. Y rescatando un poco tu idea, puedo decir que al cuerpo humano le gusta la variedad. Una exageración de esto es la especialización. Porque es como que uno anda en busca siempre del siguiente reto. Comienza a profundizar y a excavar. Encuentra oro y excava y excava. Se queda en esa ruta. Pero lo nuevo no solo puede ser en una dirección, sino en todas las direcciones que uno desee. Uno puede encontrar la iluminación en una flor o al morir. Puede encontrar la magia del universo orando o en una guerra. Lo que quiero decir es que puedes encontrar novedad en cualquier lugar. Puedes no tener esa vida variada de campo o de tribu; sin embargo, puedes encontrar características similares —o aún más— en el lugar en el que ya estás. Los aprendizajes están dentro de todo lo que vas a encontrar. Y someterte a esta variedad externa, te ayuda a conocer una variedad que está dentro de ti; y a desencadenarla.

«Mover es una práctica auténtica y honesta de presencia».

¿Dirías que en estos tiempos es necesario que la gente se mueva?… No sé si está bien dicho así: “que se mueva”.

Mover es algo muy general, y no solo aterriza en el cuerpo. El cuerpo es un vehículo hacia tu presente. Si estás molesto, esto se manifiesta en él. Es indiscutible. La mente, por el contrario, te lleva al pasado y al futuro. Es como un mono loco al que le gusta estar por todos lados. Hay días en los que está muy inquieto y no te permite estar en el ahora. Te tira cocos. Pero es su naturaleza y debes comprenderla y aceptarla. Abrazarla. Si realmente la comprendes y abrazas, no será un problema. Será un problema si te resistes. Generas tensión por una realidad que no puedes cambiar. Pero es una realidad que te informa para que tomes decisiones y, paso a paso, llegues a los lugares que quizá tú desees, y que quizá llegues en algún momento. O quizá no. Mucho se habla de control mental. De que la mente es el conductor y el cuerpo es el vehículo. De que la mente le dice al cuerpo qué hacer; y sí, no contradigo eso, pero también el otro sentido funciona. El cuerpo, desde la presencia, desde la contemplación, desde la meditación, es un vehículo muy directo para obtener una retroalimentación. Podemos hablar mucho sobre los beneficios y por qué se debería mover, pero creo que un motivo muy importante es que mover, en particular el cuerpo, es una práctica auténtica y honesta de presencia. Estás aquí y ahora disfrutando de la experiencia de tener un cuerpo. Por ahí va el tema de presencia. Para algunos puede ser escuchar música. Para otros, cantar una canción mientras esperan el bus. O escribir en el diario. Todas son prácticas de presencia. Entonces, si tuviera que recomendarle a la gente en general por qué mover, le diría que lo haga porque también es una práctica de presencia.

Y si te dijeran “¿Por qué mover con el peso corporal?”, ¿qué dirías? Porque alguien podría decir “Voy al gimnasio y tengo una presencia ahí. Debo estar concentrado, debo sentir”.

Ambos, diría yo. Con el peso corporal, con pesas, en la chacra, en el cuarto, en la computadora. Con tal de que sea una práctica de presencia, todas cumplen. Puedo adentrarme un poco y acentuar la característica “sin aditivos” de mover con el peso corporal, y encontrar la respuesta ahí, una respuesta muy grande: No necesitas nada más. El hecho de desnudarte, de estar vulnerable, de exponerte, de no depender de nada más que del ahora. Que tu movimiento no dependa de la ropa que usas, de los zapatos que usas, de la estética. Creo que un buen punto de partida es la filosofía del minimalismo. Menos es más. Esta es una frase que resuena mucho en mi cabeza, en una época en que hay demasiada información. Si te mostrara el video, ahorita estoy viendo no sé cuántos tipos de plantas y cuántos tipos de rocas. El simple hecho de cerrar los ojos es un acto de rebeldía frente a esta sociedad que quiere añadirnos capas y capas de cosas. Remover capas también es interesante. Y esta manera de ver las cosas se amalgama con la idea de entrenar descalzo, sin polo. Tú solo en el desierto. Claro que, a veces, provoca usar las pesas, provoca usar las paredes, provoca usar otros objetos. Pero de base el minimalismo. Este repercute muy fuerte en el resto de nuestras vidas, no solo en el entrenamiento. Si buscas movimiento, encuentras quietud. Si buscas quietud, encuentras movimiento.

«El simple hecho de cerrar los ojos es un acto de rebeldía frente a esta sociedad que quiere añadirnos capas y capas de cosas»

Moverse le permite a uno enfrentarse a la vida, ¿no?

Sí. Por lo que hablábamos antes: manejo emocional, manejo de estrés, manejo de la mente. Pero más que un manejo, es una colaboración. Es comprender cómo funcionan las emociones, cómo funciona el cuerpo y cómo funciona la mente. Y comprender además el abrazo de estos tres universos. Ya lo dije: el cuerpo es un vehículo que dirige al presente; la mente suele irse al pasado o al futuro; y la emoción tiene un desfase. Uno que esté enfadado, por más que reciba información que aclare la situación, seguirá enfadado. Existe una latencia. Y el cuerpo responde ante eso. La mente quiere manejar las emociones y el cuerpo. Las emociones quieren controlar la mente y el cuerpo. Y el cuerpo, a esas dos. Manejar el cuerpo es manejar tu presente. En definitiva, el movimiento, como práctica de presencia, ayuda a mejorar la calidad de vida.


Franco Phang
Franco Phang

Su investigación de movimiento inició en el 2010, a través del parkour y la acrobacia, transitando orgánicamente hacia la danza, el yoga y el masaje tailandés, por su inquietud de generar una práctica sostenible, longeva y de bienestar. Estudió Física en la Pontificia Universidad Católica del Perú. Ha tomado cursos, clases y talleres de diversas disciplinas con profesores nacionales e internacionales, en distintos países de Latinoamérica y Europa. Su formación y aprendizaje son un proceso vivo que evoluciona y se retroalimenta por experiencia propia y en comunidades relacionadas a la fisicalidad y el movimiento. Lleva consigo herramientas diversas que aborda desde los campos de la salud corporal, el fitness, la somática, la acrobacia y la exploración desde la danza y el movimiento contemporáneo. Gestor de AIRE Festival de Movimiento, proyecto que acoge diversas prácticas vinculadas al cuerpo y el movimiento, promoviendo lazos entre comunidades y la conexión con la naturaleza. Sus redes son Franco Phang Training en Facebook y @franco.spb en Instagram.

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