«¿Qué pensaría César Vallejo? Todo ha vuelto a la normalidad, diría Martín Adán»

Foto: Musuk Nolte

El escritor y periodista peruano Víctor Liza contestó a nuestra convocatoria de historias de resistencia. Nos cuenta las vicisitudes que ocurrieron en su vida durante la semana en que el Perú casi pierde su democracia.

Yo no pude ir a marchar. Aunque ahora salgo a la calle casi a diario, aún tengo un trauma con las aglomeraciones. Cuando voy a comprar a una bodega y veo que hay tres personas que esperan por un pedido, doy media vuelta y busco otra. Hace diez meses que no subo a microbuses; prefiero ir en taxi. Una vez caminé desde Magdalena hasta Lince para recoger unos libros. En otra ocasión lo hice hasta Jesús María para cobrar un cheque. Voy a ver a mis padres, que son adultos mayores, una vez por semana en el auto de mi hermano, que me lleva y me trae. Si aún con esas medidas tengo temor, con decenas y miles a mi alrededor sentiría pavor. El miedo al contagio es algo que todavía no supero. Hay una discusión sobre si asistir a una manifestación en estos tiempos de coronavirus puede aumentar los casos. Las cifras de Chile, tres semanas después de la victoria de la opción de una nueva constitución, parecen indicar que no. Aunque moría de ganas de ir, preferí la precaución.

«Yo no soy poeta, pero tengo corazón. El día que empezó la competición, los Viejos Lesbianos se hicieron del gobierno. Una razón más para expresarse, aunque sea a través de la poesía».

A mí también me indignó que los Viejos Lesbianos, sin que el voto popular los haya ungido, tomaran el poder sin ninguna legitimidad. Alguna cosa debía hacer, algún mensaje debía escribir. Antes de la vacancia participaba en el tercer Mundial de Escritura. Las dos semanas anteriores había escrito un cuento diario. Había hecho lo mismo en julio, en el segundo Mundial. Aquella vez logré pocos votos, y quedé en los últimos lugares de mi grupo. En esta ocasión recibí comentarios elogiosos en mis cuentos. Me hizo llorar. Qué final. Pobre muchacho, qué destino le impusiste. Eso alimentó mi sensación de evolución y mejoría. Mis expectativas crecieron. El día de la publicación de los resultados todo eso se vino abajo: cero votos. Último lugar. En fútbol, eso sería irse a la B. La selección peruana antes de Rusia: jugamos como nunca, perdimos como siempre.

Lo importante no es ganar, sino participar, me dijo una vez mi profesor de educación física en la primaria, cuando quedé último en una carrera al patio del colegio. Recordé su frase cuando algunos decidimos entrarle a la competencia de poesía. Yo no soy poeta, pero tengo corazón. El día que empezó la competición, los Viejos Lesbianos se hicieron del gobierno. Una razón más para expresarse, aunque sea a través de la poesía.

Hace tres años leí una antología poética de Gabriela Mistral. En la última parte del libro había unos ensayos sobre temas que siempre le interesaron a la escritora chilena: los niños, la educación, la mujer, la política. Me parecieron hermosos por su estética y el uso de las palabras. Desde ese momento admiro la prosa de los poetas. Yo, un periodista acartonado, aún lucho por salir de los esquemas que me impusieron años en redacciones. Escribir poesía durante cinco días sería un buen ejercicio. Otra razón para salir de la zona de confort.

«escribí cinco poemas. En toda mi vida hasta ese entonces había escrito la misma cantidad. Las influencias de Nicanor Parra, Mario Benedetti y Blanca Varela me dieron algunas ideas. Las denuncias de emboscadas de la policía y de disparos de perdigones y gases lacrimógenos contra los manifestantes aportaron la cuota de indignación»

Desde ese 9 de noviembre hasta el 13, que cayó viernes, escribí cinco poemas. En toda mi vida hasta ese entonces había escrito la misma cantidad. Las influencias de Nicanor Parra, Mario Benedetti y Blanca Varela me dieron algunas ideas. Las denuncias de emboscadas de la policía y de disparos de perdigones y gases lacrimógenos contra los manifestantes aportaron la cuota de indignación. Otra vez los elogios en los comentarios. Qué buenas imágenes, este te salió como una décima, la protesta y la crítica social están presentes. El sábado 14 se publicaron los resultados. Otra vez cero votos. Lo importante es participar, recordé a mi profesor.

Ese sábado 14 tenía que entregar un informe de la maestría. Ya me encaminaba a la parte final, pero no pude terminarlo. Había noticias de heridos en las manifestaciones contra los Viejos Lesbianos. Se confirmó un muerto. Luego dos. A las diez y media de la noche hubo cacerolazos. Agarré una sartén, un palo de madera y me uní al coro. En el edificio el ruido no terminaba. Y también se escuchaba desde otros lugares. A la medianoche se repitió la protesta bulliciosa. Los Viejos Lesbianos se resistían a renunciar. Uno de ellos no sabía nada. A lo mejor esperaba un fax.

El resto es historia conocida. Los Viejos Lesbianos dejaron el poder que el pueblo no les concedió. El Congreso eligió un nuevo presidente, quien a su vez nombró ministros con maestrías y grados en universidades gringas y europeas, con experiencia en organismos internacionales, las mismas caras de las últimas dos décadas. El primer mandatario, que recita a César Vallejo, dice que una nueva constitución no es prioridad. Que la policía no se mancha. ¿Qué pensaría César Vallejo? Todo ha vuelto a la normalidad, diría Martín Adán. El coronavirus continúa, aunque con tendencia a la baja. Como leí en el semanario de César Hildebrandt hace unas semanas: en el Perú hasta la gripe se acojuda.


Autor: Víctor Liza.

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