Roger Santiváñez es poeta. Su relación con la poesía comenzó en la secundaria. Ahora reside en Estados Unidos a orillas de un río, donde está «íntegramente dedicado a la contemplación, a la escritura y al estudio de los lenguajes de la poesía». Y desde donde respondió al test Machucabotones. Nos revela detalles sobre su escritura.
Foto de cabecera: Casa de la Literatura Peruana.
¿Escribes todos los días o solo cuando tienes ganas?
Escribo todos los días, o sea: todos los días tengo ganas.
¿Para qué escribir en estos tiempos?
En estos tiempos y/o en cualquier tiempo escribo —como dijo el gran Juan Gonzalo Rose— para derrotar a esa gran puta que es la muerte.
¿Cuándo a mano y cuándo en el teclado?
Escribo a mano cuando salgo a caminar con mi cuaderno moleskine por las orillas del río Cooper a dos cuadras de mi barrio. En el teclado cuando paso en limpio esos poemas.
¿Cuál es tu método para escribir?
Mi método para escribir consiste en colocarme en una situación cóncava, mental y espiritualmente hablando. Entonces —en ese vacío— recibo los versos que me dicta la musa. Y entonces los escribo.
¿Qué conservas de tu ‘yo niño’?
Conservo todo. Es decir, para dedicarte a escribir tienes que ser un niño: mantener y cultivar la inocencia y transparencia de la niñez.
¿Qué te gusta de tu ‘yo escritor’?
Me gusta el hecho de escribir, que es lo único que me encanta, que me calma y me relaja tremendamente.
«para dedicarte a escribir tienes que ser un niño: mantener y cultivar la inocencia y transparencia de la niñez».
¿Si mañana todo se termina?
Habremos dejado una cuantas páginas que —quizá— sobrevivan a la hecatombe.
¿Cómo te das cuenta de que un texto ya está listo para ser publicado?
Lo releo muchas veces, corrigiendo lo que he escrito, en voz alta. Hasta que llega un momento en que dices: yastá.
¿Cómo le explicarías a un niño de qué trata tu escritura?
Le diría que mi escritura se trata de decir cosas lindas sobre esa extraña experiencia que se llama Vivir.