Diego es un observador. Escritor de versos delicado y místicos, comparte en sus respuestas cierta encantadora sabiduría que nos reconforta. Fue ganador del premio José Watanabe con el poemario ‘Se inicia un camino sin saberlo’ y además, es un entusiasta investigador de las manifestaciones culturales nikkei en Perú. Conócelo a través de nuestro test.
Crédito de foto de cabecera: Vanessa Martínez.
¿Para qué escribir en estos tiempos?
Para amar con intensidad, igual que ayer, pero con más ganas hoy que se hace tan necesario.
¿Cuándo a mano y cuándo en el teclado?
A mano cuando a los 17 años iba de ahí para allá y solo tenía pequeños papeles para desperdigar mis palabras confusas. En teclado ahora, casi a los 40, porque mi sangre fluye con más desconfianza.
Un escritor es quien se crucifica en los maderos curvados de un beso, quien se mira en el espejo y sabe que algún día terminará por no verse.
Un escritor no es quien callado no escucha su propia voz, quien no toca la punta de su cuerpo enamorado.
Tres poemarios de Diego.
¿Inspiración o disciplina?
Mucha transpiración, pero siempre con atención, viendo cómo el universo se acomoda para darnos un mensaje, decirnos algo que no sabemos qué es.
¿Dónde sueles escribir?
Donde me electrice una idea, usualmente a mitad de camino de algo que no tiene nada que ver con la poesía. Si es en casa, a solas, eso sí, sentado.
¿Qué conservas de tu ‘yo niño’?
El ímpetu de quien se cree inmortal cuando grita un gol en medio de una tribuna (con los ojos cerrados y los puños al aire).
«Un escritor es quien se crucifica en los maderos curvados de un beso, quien se mira en el espejo y sabe que algún día terminará por no verse.»
¿Verso o prosa?
Ambos, a veces sin distinguir cuál es cuál.
¿Qué te gusta de tu ‘yo escritor’?
Que me sorprendo de cosas muy tontas y no me da vergüenza.
¿Si mañana todo se termina?
Que tenga en una mano a ella y en la otra a él.