¡LAS MUJERES QUE TE FALTABA CONOCER!

Originalmente publicado el JUEVES, 15 JULIO 2021 en CALATACULTA

Fueron muchas las mujeres que participaron en la independencia del Perú, pero de ellas no hay testimonio. Por ahí, una línea en la Wikipedia, o las mencionan porque fueron las esposas, o la hijas, o las amantes, pero de sus méritos, nada. Yo he tenido el honor de conversar con algunas de las autoras de este libro editado por José Donayre Hoefken, y he sentido el cariño que ellas han desarrollado por sus personajes. Se nota que les ha gustado escribir esta historia. Se han documentado mucho, también se han desesperado, pero han encontrado el ángulo para mostrar más humanas a nuestras heroínas. En medio de todo, se han dejado llevar y el resultado es un puñado de buenas historias. Al mismo tiempo, quizás algunos puedan pensar “¿Historia del Perú? ¿Escrito por mujeres? ¡Qué aburrido!” De aburrido no tiene nada, y lo mejor es que puedes leer este libro de manera gratuita en la web de @PetroPerú. Si lo haces, deja tu comentario, y sigamos leyendo buenas historias.

Cortesía de PetroPerú

Kathy, ¿sobre qué heroína escribiste?

Rosa Campuzano. Elegí otras heroínas antes que ella, pero Pepe Donayre respondía a todas mis opciones con “No, ya la tomaron”. Rosa estaba entre las últimas de la lista, y me llamó la atención porque yo había estado en Quito, en la Universidad Andina, y había visto un vitral alucinante lleno de personajes de la historia latinoamericana, y le había tomado una foto, y resulta que uno de los personajes que aparecía en esa foto era Rosa Campuzano. Dice Wikipedia que era actriz. Que era amante de San Martín, que nació en Quito, que vino acá, que tenía un pensamiento liberal, que era espía. No mucho más. Pero las palabras “actriz” y “espía” me atraparon. Hay muy poquita información sobre ella, así que llegó un momento, debo confesar, en que pensé claudicar. Pasaban los días y no tenía ideas. Hasta que me dije “A ver, Kathy, stop. Dicen que era actriz. ¿Y tú qué eres? Actriz. Ya. Y dicen que era espía. Ya, OK”.

Esto no lo sabe Pepe (risas). 

¿Cuál ha sido la característica más resaltante de tu personaje?

Sus ojos azules y su fuerza femenina. Me enamoré. Creo que yo no tendría el valor de agarrar unos panfletos y repartirlos, o de sentarme al lado de un español a sacarle información. Me parece que Rosa Campuzano dijo “Voy a vivir como me dé la gana”. 

Kathy, ¿por qué recomendarías este libro?

Es una manera muy bonita de celebrar el bicentenario, a pesar de la situación lamentable que estamos viviendo. ¡Yo pienso en este libro y se me ilumina el rostro! Es una oportunidad para conocer a 22 escritoras. Llevamos mucho tiempo hablando de que la mujer está invisibilizada: ¡bueno, esta es una oportunidad de visibilizarla!

Rossana, ¿antes habías escrito algo histórico?

Es la primera vez. Me costó, porque de Tomasa Tito no había mucho. Sabía que el Ministerio de Cultura había lanzado una estampilla en su honor, y por error pusieron la imagen de una luchadora boliviana llamada Bartolina Sisa. Me pareció penoso e interesante. Recuerdo que entré al Twitter del Ministerio de Cultura y vi que pidieron disculpas. A partir de eso se me ocurrió escribir algo como ¿qué hubiera pasado si toda la batalla sucedía hoy? Ella luchó en el puente de Pillpinto, para defender a Túpac Amaru. ¿Cuánto interés hubiera generado esa batalla? ¿Se hubieran tomado selfies antes de pelear? ¿Y la gente? ¿Hubieran filmado? ¿Se hubieran hecho memes? ¿Cómo hubieran sido esos memes? ¡Imagínate esos videos sanguinarios donde a Túpac Amaru le cortan la cabeza! ¿Hubieran tenido una advertencia diciendo “No vean este video”? A Tomasa Tito la mataron junto a Túpac Amaru y Micaela Bastidas, pero en el colegio jamás me enseñaron de ella. 

¿Cómo ha sido escribir este relato?

Tuve que buscar información de Túpac Amaru para encontrar algo de Tomasa Tito, pero fue difícil. También traté de entender qué unió a estas mujeres para enfrentar al ejército español. Me pasaba que a veces cuando leía la historia de Tomasa sentía ganas de llorar, porque me imaginaba la situación. Ella dejó a su esposo, dejó a sus hijos. Vendió sus tierras, vendió sus animales para dar su plata a la causa.

¿Te ha gustado conocer a Tomasa Tito?

Sí me gustó, por el reto de escribir algo diferente. Tenía que hacer algo histórico y quería que se entretengan leyendo, sobre todo los escolares.

Rocío, ¿cómo se llama tu cuento? 

“La portadora de huesos”. 

¿Cómo ha sido escribir “La portadora de huesos”?

Hice mucho trabajo de investigación de archivo sobre la “Caravana de la muerte”, que es cuando las 92 mujeres que apoyaron la insurrección de Túpac Amaru fueron obligadas a ir descalzas del Cusco a una prisión del Callao. Me costó encontrar información. Yo buscaba datos sobre lugares por los que pasaron. ¿Cuántas personas empezaron? ¿Cuántas terminaron? ¿Qué pasó con las que llegaron hasta el Callao? ¿Las encerraron en el Real Felipe? Así encontré al personaje de Manuela Tito Condori, esposa de Diego Túpac Amaru. De él se sabe que negoció con los oficiales españoles a cambio de que lo perdonen. Al final, le cortaron la lengua y lo mataron. Manuela tenía una tía llamada Margarita Condori: aunque algunos archivos no la nombran, era una mujer de 50 años. 

¿De qué trata este cuento?

Yo hice la conexión entre la Caravana de la muerte y el mito del Inkarri. Según el mito los pedazos del inca están enterrados en distintos puntos del Perú, cuando encuentren la cabeza, el inca renacerá. El mito del “Inca Rey” viene desde la ejecución de Atahualpa, si no antes. Cuando a Atahualpa lo ejecutan, le dan la opción de quemarlo o de cortarle la cabeza. Entonces, el inca Atahualpa no quiere que lo quemen, y la condición es que sea bautizado. Él acepta eso. Lo bautizan y la ejecución es por garrote, no le cortan la cabeza, le rompen la tráquea. La idea de Atahualpa era que tenía que preservar su cuerpo, porque iba a volver. Era como la resurrección, iba a volver para restaurar el orden. En “La portadora de huesos”, imagino que Margarita lleva  consigo un fardo de huesos a los que llama “Los huesos sagrados”. Yo me dije “Margarita no puede andar cargando un esqueleto, pero por lo menos cargará los huesos de los pies”. Ella nunca dice que esos huesos son del Inkarri, y en cada descanso de la caravana los va enterrando. Y en Andahuaylas muere. No aguanta. Y antes de morir le encarga el fardo a su sobrina Manuela. Entonces, cada vez que la caravana se detiene por la noche, Manuela va enterrando esos huesos. Cuando llega a la prisión del Callao, el clima le parece húmedo y salado. Ella habla de la sal en el aire, la sal en el agua. Ella dice “Me han arrojado a una especie de chullpa”. Ahí entierra los huesos e invoca a sus ancestros, llamándose “La portadora de huesos”. El resto de los huesos ella los cose a la costura de su falda, porque dice “Yo no sé cuál será mi destino: donde vaya, van a ir los huesos”. 

¿Qué es lo que más te ha costado?

Hay ciertas formas del lenguaje que traté de representar. He insertado muchas frases en quechua. Busqué acercarme al habla de las dos mujeres, Margarita y Manuela. Traté de ponerme en el lugar de ellas, quería que no sonaran como criollas modernas. Mi cuento está narrado en primera persona. Es más difícil, pero tiene más fuerza. En mi cuento la voz va cambiando, a veces el alma de la tía Margarita habla y dice “Ya soy alma”. Y esto de “Ya soy alma” forma parte del lenguaje del hombre andino, es de la época. En mi cuento yo no digo “los españoles”, digo “los españas”. He sido cuidadosa al adaptar el lenguaje, para que no parezca anacrónico. Ese fue el desafío. ¡Ah! También leí tu cuento, el de Emeteria Ríos de Palomo. Yo no sabía de ese personaje… El hecho de que haya tenido un hijo con San Martín, ¿eso es verdad?

Eso es ficción. Como no había tanta información de Emeteria, dije “¿Cuáles han sido los personajes que estuvieron a su alrededor?” Y uno de ellos fue don José de San Martín.

San Martín era un dandy, ¿no? Dicen los archivos que era un hombre muy atractivo. 

Rosalí, ¿y cómo fue la elección de tu personaje?

Recuerdo que José Donayre me dijo “Escribe un texto de narrativa histórica” y yo dije “Ya, bacán”, pero después “Ay, sé muy poquito de historia”. Fue difícil escribir una ficción que tenga base en la realidad documentada. ¡Me parecía algo de otro mundo! Me di cuenta de que necesitaba un personaje que me permitiera cierta libertad, que no tenga tanto anclaje en la realidad. No podía ser Micaela Bastidas. Así encontré a Ventura Ccallamaqui. 

¿Qué puede encontrar el lector en tu cuento? 

Mi cuento se llama “El brazo desnudo”. Se dice que Ventura Ccallamaqui era una criada. Cuenta la leyenda urbana que un día Ventura fue al mercado y habló con sus colegas tenderas, y les dijo “Esta gente está pisoteando nuestros derechos”, porque el capitán español del cuartel de Huamanga había levado a todos los hombres del pueblo, y los tenía prácticamente secuestrados en el cuartel. Las mujeres del mercado se levantaron y fueron a demandar que liberen a sus hombres. Mi cuento es sobre lo que motiva a Ventura a levantarse y a levantar a sus hermanas.

¿Por qué recomendarías este libro?

Porque las mujeres también formaron parte activa de la independencia. Hay que rescatar sus historias, y este libro nos da una probadita de lo que todavía tenemos por contar.

Micky, ¿cómo es la personalidad de Brígida Silva de Ochoa?

Rebelde. Porque Brígida tenía tres hijos: dos eran pro independencia y uno era soldado del ejercito realista. Ella se aprovecha de esta relación con el hijo para conseguir información. Me impresionó su nobleza, eso de pasar por encima de su propio hijo por una causa superior.

¿Qué ha sido lo que más has disfrutado al escribir este relato?

Aprender más allá de lo superficial: más allá de Bolívar, San Martín, Sucre. Aprender más allá del 28 de julio. Yo ya tengo una larga data de novelas históricas, pero nunca terminas de aprender.

¿Por qué dirías que es importante este libro?

Es un acto de justicia. Nadie nos enseña cuál ha sido el papel de las mujeres en nuestra independencia. Han sido ignoradas. Ni siquiera borradas, porque borrarlas significaría que han estado registradas en algún momento. En el caso de Brígida, por ejemplo, ella vivió hasta la ancianidad y no fue reconocida. Ni siquiera se le asignó una indemnización por haber colaborado con la independencia. Claro, hay un colegio con su nombre, pero ¿quién lo conoce? Estoy segura de que muchos de los estudiantes de ese colegio no saben quién fue. O qué hizo por la independencia. Hay muchas mujeres que debieron estar incluidas en la historia, pero al no ser así, me parece muy loable que existan compiladores como Pepe Donayre, que salen al llano y dicen “Un momentito, esto no tiene lógica. ¿Por qué no hay mujeres acá?”

¿Cómo fue la elección de tu personaje, Marissa?

Pepe me dijo “Quédate con esta mujer que fue tildada de bruja. María Bartola se llama”. Yo enlazo su historia con la historia del pueblo de Chupán, donde ha ocurrido un hecho macabro. Mezclo antropología con historia. En el mundo colonial, el degollamiento era aplicado a los blancos y la decapitación era aplicada a los indios. En mi cuento hay un indio y un criollo. Al criollo, Rafael, le cortan la cabeza y bailan a su alrededor. Se comen sus partes. Y al indio también lo ejecutan. Yo enlazo la historia de Rafael con la de María Bartola, y entretejo una historia de ficción donde ambos se conocieron, y él fue su primer amor. 

¿Por qué la tildaron de bruja?

En los documentos de la independencia del Perú hay registro de que la acusaron de bruja. El yerno de María Bartola era alcalde y había dicho “Sí a la rebelión”, pero luego cambió de opinión, y el pueblo creyó que ella tuvo algo que ver. Por eso la acusaron de bruja. Fue apedrada, y ese día estuvieron presentes quince alcaldes de diferentes pueblos. El suplicio fue terrible. La enterraron viva delante de su esposo, delante de sus hijas. 

¿Por qué recomendarías este libro? 

Porque es muy difícil darles visibilidad a las mujeres que han participado de la historia del Perú. No porque no hayan participado, sino porque lamentablemente no hay mucha huella escrita. Y en la historia, si no tienes una fuente que te respalde, no puedes dar a conocer a estos personajes. Este libro nos permite conocer 21 heroínas peruanas, saber qué hicieron y qué pensamientos tenían.                       

Puedes acceder al libro a través de este enlace.


Leslie Guevara
Leslie Guevara

Ha estudiado ciencias de la comunicación y realización cinematográfica. Fue columnista de la revista Velaverde y actualmente es colaboradora de la web Útero.pe donde realiza entrevistas y escribe la columna de ficción “La calata culta”. Relatos suyos han sido publicados en medios de España y México. Es una de las autoras de los libros “Sexo al cubo” y “Hermosos ruidos” (Editorial Altazor). Es autora del libro “21. Relatos sobre mujeres que lucharon por la independencia” editado por PetroPerú. Es editora del libro “Once Veces Tú” (Machucabotones). Ha realizado talleres de narrativa en cárceles peruanas, en coordinación con la Asociación Dignidad Humana y Solidaridad fundada por el padre Hubert Lanssiers. Es directora de la escuela de escritura Machucabotones

Un comentario de “¡LAS MUJERES QUE TE FALTABA CONOCER!

  1. wp4oka dice:

    Saludos, es tiempo de conocer a las grandes mujeres. Creo es importante destacar sus aportes, logros y obras. Este último, el aporte literario de ellas, al que hacer literario en todo el sentido de la palabra. Me gusto esta entrada y siga promocionando, la obra de cada una de ellas.

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