«Es curioso cómo, un simple aroma, puede transportarme a quince años atrás»

Mi abuela, mi segunda madre, aquella persona que ayudó en mi crianza y que dejó una marca imposible de borrar en mi vida. Se llamaba Victoria, pero yo le decía “Voyita”. No es un apodo que yo le haya puesto. Recuerdo que cuando tuve la edad suficiente para hablar y llamarla por su nombre, me dijeron que era ese. Años después, ya por pura curiosidad, le pregunté a mi madre por qué le decíamos así. No entendía cómo aquel apodo podía salir del nombre Victoria. Mi madre me explicó que la primera nieta de mi abuela se lo puso. No había sabido pronunciar su nombre y le salió aquel apodo, apodo que quedó marcado pues cada nuevo integrante de la familia aprendía que debía llamarla así. […]

Mi primer recuerdo y, ahora que lo pienso, el más importante

Tenía tres años. Era el último día que iba al jardín. Según me cuentan mis padres, ese mismo día me enteré que dejaba de ser hija única para convertirme en hermana mayor. Inmediatamente, toda posibilidad de separarme de mis viejos, aunque solo sea por unas horas para ir a cantar y aprender italiano, para jugar con mis amiguitos y ver a mi maestra que tanto quería, quedó anulada. […]

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