I Después de tantos meses de soledad e introspección, de sentir su ausencia a flor de piel, al fin pude volver a tocar sus ásperas manos, sus ardientes mejillas y su cabello rígido por el gel. Hacía 375 días que no me paraba frente a sus ojos color café ni olía el aroma frutal que […]
Días antes de mudarme me imaginé viviendo en el distrito de Martin Adán, paseando por el malecón de Vargas Llosa, el Puente de los Suspiros de Chabuca y corriendo a orillas del mar. Había visitado Barranco, pero vivir ahí sería otra cosa. […]
He aprendido a cultivar la práctica constante de reconocerme en el espejo. Soy mujer y terapeuta. Además, como paciente, llevo ya varios años de experiencia viajando en profundos procesos emocionales y de autoconocimiento. Por lo tanto, responder la pregunta “¿Quién es esta persona que veo frente al espejo?” debería ser fácil, ¿no?, pero una cosa es sincerarte contigo misma y otra muy distinta es hacerlo frente a lectores desconocidos que, además, intentas mantener interesados. ¡Gran reto por delante! […]
Hoy me levanté a las siete de la mañana. Mi alarma estaba puesta para las nueve, pero Xena decidió que las siete era buena hora para despertar. Sabía que tenía un largo día por delante. Este año mi mamá y yo teníamos que encargarnos de toda la cena, no como años anteriores pre pandemia, en los que cada familiar llevaba algo a la mesa para compartir. Este año teníamos que preparar todo para nosotros: pavo, arroz árabe, puré de manzana, pionono de espinaca, ensalada de cóctel de frutas. […]
A los veintitrés años conocí a Alma. Fue un viernes de invierno por la noche. Yo regresaba del malecón, caminando por la plaza de ciudad Sueño. Mi reloj marcaba las diez de la noche y la plaza se encontraba solitaria, callada, tranquila. Éramos mi sombra y yo, y hasta ese momento nada me hacía presagiar que aquella era una calma que precedía a la tempestad. No supe el porqué, pero mi corazón latía muy fuerte. No era un dolor clínico; era una sensación de ansiedad, de desesperación. ¿Era el destino llamándome? ¿Era por ella? […]
Lo vi cada día de su vida, pero desde que se fue, son un par de llamadas a la semana y agradecerle a Dios si es que se digna a venir. Lo peor es que, cuando discutimos, siempre me paso de la raya y termino sacándole en cara cosas que ni son su responsabilidad. ¿Será porque soy psicóloga? Casa de herrero, cuchillo de palo. Solucioné problemas de muchas personas, pero a mi hijito querido le he dado de alma mentalmente toda su vida. Menos mal que es fuerte, eso creo. […]
Esa mañana, mientras esperaba en la puerta de emergencias, recordé que hablé con ella dos días atrás. Yo había llegado tarde de la universidad y la había encontrado en su cuarto acostada en la cama, viendo una película de terror que tanto le gustaba. Me acerqué y le pregunté si podía acostarme a su lado. Con un gesto, moviendo su dedo índice de arriba abajo, me dijo que sí. Me hizo un campito en su cama, puso su brazo debajo de mi cabeza y la suya sobre el mío. Me preguntó cómo me había ido en la universidad. Le comenté que posiblemente iba a reservar dos cursos porque se me cruzaba con el trabajo, pero que los iba a llevar en el verano. […]
Un día, cuando tenía diez años, un niño nuevo en el barrio tocó a mi puerta para pedir la pelota de mi hermano. Era usual que mi hermano saliera a jugar con los chicos del vecindario y, si no salía, que les prestara la pelota. Este chico se llamaba Javi. Era flaco y de tez morena. Viéndolo parado en la puerta de mi casa me pareció tímido y nervioso. Detrás de él, los chicos del barrio esperaban ansiosos la respuesta. Querían darle comienzo a la pichanguita. Lo observé detenidamente y, con cierto desdén, le contesté “No te la puedo prestar, la pelota no es mía”, para inmediatamente cerrar la puerta con fuerza. […]
Mi abuela, mi segunda madre, aquella persona que ayudó en mi crianza y que dejó una marca imposible de borrar en mi vida. Se llamaba Victoria, pero yo le decía “Voyita”. No es un apodo que yo le haya puesto. Recuerdo que cuando tuve la edad suficiente para hablar y llamarla por su nombre, me dijeron que era ese. Años después, ya por pura curiosidad, le pregunté a mi madre por qué le decíamos así. No entendía cómo aquel apodo podía salir del nombre Victoria. Mi madre me explicó que la primera nieta de mi abuela se lo puso. No había sabido pronunciar su nombre y le salió aquel apodo, apodo que quedó marcado pues cada nuevo integrante de la familia aprendía que debía llamarla así. […]
A los dos años y medio escuchaste la primera de tus canciones favoritas. Un grupo indie llamado Foster the People te hacía mover la cabeza de arriba abajo y de lado a lado, llevando el ritmo como poseído y en trance. No podías entender lo que decían, ni repetir lo que escuchabas. Luego llegarían otros grupos cuyas canciones a mí me vacilaban. Rock, pop, indie, electropop… el repertorio completo de Doble 9. En los veranos llevábamos tu CD de música alternativa para pasársela al disyóquey de la chicoteca. Mientras los demás niños pedían los hits del momento, nosotros bailábamos al son de Empire of the Sun, Ylvis, Iconica y Sweedish House Mafia. […]