La claridad de las respuestas de Katya es luminosa. Narradora para grandes y chicos, su experiencia con la escritura refleja una mirada intensa y contemplativa de su historia personal, que a través de un dedicado trabajo literario trasciende a otras esferas. Conoce a la autora de ‘Aquí hay icebergs’ y ‘Muy muy en Bora Bora’ a continuación.
¿Para qué escribir en estos tiempos?
Para insistir en lo que sigue vivo. Y saber quedarnos.
¿Cuándo a mano y cuándo en el teclado?
Hay una conexión especial con el lapicero, algo se remueve, una memoria del trazo. Va al ritmo del pensar y de la actitud contemplativa. El teclado da control, inmediatez, borroneo, va más rápido que el pensamiento.
Una escritora es alguien que escribe.
Una escritora no es lo que no es.
«Leer poesía te ayuda a insistir alrededor de la palabra. Te dona regodeo del lenguaje, es el territorio de la exploración.»
¿Inspiración o disciplina?
Transitar entre ambas, sin padecer demasiado. Y saber esperar.
¿Dónde sueles escribir?
Escribir es muy físico. El cuerpo duele. Busco cualquier espacio en el que pueda descansar la espalda.
¿Qué conservas de tu ‘yo niña’?
La intensidad de la risa y del llanto. La adoración por la leche condensada, las lentejitas y la canchita.
¿Verso o prosa?
Verso y prosa. Leer poesía te ayuda a insistir alrededor de la palabra. Te dona regodeo del lenguaje, es el territorio de la exploración. Te pone a escribir. La buena prosa aspira a un lirismo. Pero creo en la bastardía de los géneros, cuanto más porosos, mejor.
¿Qué te gusta de tu ‘yo escritora’?
El cuaderno y el lapicero.
¿Si mañana todo se termina?
Eso lo sabremos ayer.