Éramos demasiado jóvenes para entender que todo el desenfreno que vivimos el primer año no iba a durar para siempre

I Después de tantos meses de soledad e introspección, de sentir su ausencia a flor de piel, al fin pude volver a tocar sus ásperas manos, sus ardientes mejillas y su cabello rígido por el gel. Hacía 375 días que no me paraba frente a sus ojos color café ni olía el aroma frutal que […]

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