«Después de todo, la pelea del año resultó unirnos más que nunca»

Toda amistad es puesta a prueba en algún momento. Solo las que están basadas en la sinceridad superan la prueba. Como Valerie ilustra en su relato.

Terminando la cena, cada una rellenó su copa mientras revisaba su celular.

—¿Vieron? Mateo ya envió el video porno del fin de semana —dije yo en tono burlón.

Cuando abrí el video, vi a una mujer desnuda de tez blanca sentada sobre un hombre de barba. Se besaban muy apasionadamente. “Esa barba se me hace conocida” pensé. Volví a revisar el video y logré identificar al hombre. Era Javier, el novio de Dani. Instantáneamente levanté la mirada hacia las chicas. “¡Carajo! ¿Ya lo habrán visto? ¿Qué hago?”.

Carmen y Dani estaban concentradas en sus celulares. Esos segundos se hicieron eternos.

—¡Yo lo sabía! —Dani empezó a sollozar—. Lo presentía y no quería admitirlo. Tanto pretexto con el matrimonio era por esto —dijo, mientras su mirada se llenaba de fuego. Su frustración era evidente.

Me acerqué a Dani y solo atiné a cogerle las manos. No podía decirle nada, estaba a punto de estallar.

Carmen también quedó muda, lo cual era extraño. Me sorprendió que no hubiera dicho nada como “Te lo dije, ese mequetrefe tiene otra mujer, por eso no se quiere casar contigo”.

Me hizo sospechar que algo pasaba.

—Dani, a ver, hablemos de esto.

Ella volteó y me miró extrañamente.

«Sabía que mis amigas habían cambiado desde el colegio, y que muchas veces fingían lo que no eran o no sentían, pero esto era demasiado».

—Irina, olvídate, cortar con Javier no es una opción. Yo tengo la culpa. ¿Sabías que no tiro con Javier hace seis meses? Últimamente está muy cansado o no puede quedarse a dormir conmigo porque trabaja más. Eso dice. Es como si ya no me tuviera ganas. Antes al menos llegaba en la madrugada y me despertaba para tirar. Ahora ni eso.

—Dani, yo creo que no hay justificación. Claramente él no te respeta ni te valora. ¿Has pensado cómo ha llegado ese video a Mateo? ¿Por qué lo ha compartido con todos los grupos? —dije, intentando hacerla entrar en razón.

La autora y sus amigas.

—¿Y qué si fue así? ¡Qué me importa lo que opinen los demás! Yo sé lo que tengo con Javier —me increpó golpeándose el pecho—. Es amor real, ¿entiendes? ¡Ah! Pero qué sabes tú del amor, Irina, si nunca has tenido una relación verdadera. Vives tan ocupada haciendo una y mil cosas que no te has atrevido a entregarle a nadie tu corazón. Te mueres de miedo.

Su reacción me dejó muda. Dani siempre fue la más dulce y comprensiva de todas. Nunca se enfadaba.

—Y tú, ¿no me vas a decir nada? —Dani se acercó a Carmen con el látigo en sus palabras. Ella solo la miró—. Claro, qué me vas a decir, si para ti él no me quería para esposa. Ya estarás contenta. Pero a ninguna le voy a dar el gusto. Javier se va a casar conmigo y esto será olvidado pronto. ¡Ya verán! —Dani se tomó de un trago media copa de vino.

Yo no podía creer lo que estaba oyendo. Sabía que mis amigas habían cambiado desde el colegio, y que muchas veces fingían lo que no eran o no sentían, pero esto era demasiado.

—Por mí puedes casarte con él, o con quien quieras. La que va a dormir con el enemigo serás tú, no yo —le respondió Carmen.

Dani se enfureció más y tiró la copa al suelo.

—¡Qué me vas a decir tú sobre dormir con el enemigo! ¿Ya te olvidaste de quién es tu marido? Una que otra bofetada, algunos empujoncitos, una pequeña forcejeada, todo para que tires con él… ¿Cómo le llamas a eso? ¿Eso no es dormir con el enemigo?

Carmen se puso pálida. Pensé que se le iba a derretir la cara. Ella siempre guardaba las buenas apariencias.

—¡Basta Daniela, esto no se trata de mí!

—¡Entérate Irina! Nuestra amiga, la del matrimonio perfecto, ha sido violada por su propio marido y cada vez que no quiere tirar la golpea.

—¿Qué es esto? ¿En qué momento dejaron de contarme sus problemas? ¿Por qué están aguantando cosas así?

Mi tono hizo que Dani redirija su furia hacia mí. Me respondió muy hábilmente.

—Irina, no te hagas. Te cagas por tener un novio, una pareja. La soledad te está matando y la rellenas con clases de baile, conciertos, pero nada de eso te da ni un poquito de las emociones que se sienten en el amor. ¿Estoy mintiendo?

Esas palabras me desarmaron. Por unos segundos todas nos quedamos mudas. Yo empecé a llorar.

«Vivo transformando mi tristeza en alegría para no demostrar lo rota que estoy por dentro».

—Sí, es verdad. A veces pienso que no encontraré alguien para mí y que moriré sola. No sé si algún día podré formar una familia. Creo que yo no nací para eso.

Así inicié el confesionario esa noche. Hablé como si estuviera hablando conmigo misma, y abrí mi corazón por primera vez con esas dos mujeres que yo decía eran mis amigas y con quienes no había sido totalmente sincera.

—Ustedes saben que decir esto no es fácil para mí. Vivo transformando mi tristeza en alegría para no demostrar lo rota que estoy por dentro. Duele, pero a la vez se siente bien ser honesta —dije, confundida por la vergüenza que sentía.

Al instante, Carmen reveló sollozando:

—Yo sospechaba que Javier te engañaba, Dani. Hace unos meses, en el matrimonio al que no fuiste, bebió y trató de besarme, pero no te lo dije. Perdóname.

—Yo lo sabía Carmen —interrumpió Dani—. Y sé la vergüenza que sentiste. Yo las entiendo, sé por qué hacen las cosas. Perdónenme chicas por todo lo que les dije, no quería lastimarlas. Esta noticia me ha puesto nerviosa —Dani volvió a su lado dulce.

Aquella noche conversamos hasta el amanecer y nos volvimos a conocer las tres. A la luz del alba, nació un nuevo pacto: decir la verdad sin anestesia al nuevo estilo de Dani. Después de todo, la pelea del año resultó unirnos más que nunca.


<strong>Valerie Sánchez</strong>
Valerie Sánchez

Valerie Sanchez tiene 31 años. Es ingeniera industrial de profesión y artista de corazón. Fuera del mundo corporativo es un alma libre. Baila, canta y ahora escribe. Fue alumna del taller #YoEscritor y acaba de crear su blog «Basta de Cuentos».

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