No hay cama pa’ tanta gente

Esta columna originalmente se llamó ‘Caquitas’, pero El Gran Combo se impuso en el titular y en el fondo musical durante la edición de este texto.

‘El pañal siempre caerá por el lado de la mierda’, me dice Martín, haciendo su propia versión de la ley de Murphy mientras termina de limpiar el poto de uno de nuestros bebitos. Se le acaba de caer un pañal con caca al suelo y ha ensuciado un poco el parqué de nuestro cuarto. Estallamos en risas porque estamos despiertos desde las cinco de la mañana y nuestra rutina tiene múltiples actividades, entonces, el cansancio nos tiene un poco trastornados y a veces reímos por no llorar.

Ambos trabajamos, él sale a la calle y yo lo hago desde casa. A esto se le suma una agenda diaria que incluye lavar ropas menuditas, preparar papillas, hacer compra de leche y pañales que en tiempo de pandemia se une a la compra de mascarillas y alcohol en gel. Las madrugadas son ahora menos atroces, pero alguna de ellas nos agarra en plan zombi. Llevamos seis meses siendo padres de gemelos idénticos y hemos perdido peso e incontables horas de sueño. A cambio, hemos ganado formas nuevas de sentir amor y algunas alegrías episódicas: el primer agú, la celebración de un nuevo mes cumplido, las ropitas que se van dejando, la primera carcajada sonora y desdentada.

Martín luego del cambio de pañales.

Observar a tus propios hijos es dejarte llevar por el asombro. La noción de la transformación de las células dividiéndose incansablemente hasta volverse humanos completos, es insuficiente una vez que has sentido a dos fetos patearte desde dentro de tu propio cuerpo.

«Llevamos seis meses siendo padres de gemelos idénticos y hemos perdido peso e incontables horas de sueño. A cambio, hemos ganado formas nuevas de sentir amor y algunas alegrías episódicas (…)»

Volviendo al tema de la caca, una vez resuelto el desastre, conversamos sobre la textura del emplasto. Esas son nuestras conversaciones reales: ‘¿De qué color es?’ Le pregunto. ‘Verdecita con unos toques de amarillo’, me dice él y agrega, ‘como una ocopa preparada en batán’. Se me abre el apetito, pero hoy hay matasquita para el almuerzo, otro plato arequipeño.

Almorzamos de pie, con nuestros hijos despiertos y bien aseados, dando giros sobre el colchón de nuestra cama de dos plazas. Ya casi no entramos los cuatro. ‘Oye, mi amor, no hay cama pa’ tanta gente’. Le digo en tono de salsa. Me responde con una sonrisa ojerosa. Los gemelos se miran y hablan el idioma secreto de los bebitos. Afuera hay sol. Adentro, también.


<strong>Karina Valcárcel</strong>
Karina Valcárcel

Escritora. Ha publicado los libros ‘Poemas Cotidianos’, ‘Una mancha en el colchón’, ‘Variaciones / Otros te[a]mores’; ‘Los abrazos largos’ y ‘Los abrazos largos-prosa’. Forma parte de las antologías: Rito Verbal, 2000-2010 (Elefante Ed.); Antología XVIII “Enero en la Palabra” (Cusco, 2014); Tránsito poético (Lima Lee, 2016); entre otras. Ha dictado talleres de creación literaria. Dedicó cinco años de su vida a recorrer los caminos de Perú para escribir crónica de viaje. Actualmente es editora en Machucabotones.

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